martes, 28 de septiembre de 2010

PAUTAS PARA LA CONDUCTA DE LA MUJER CRISTIANA Por: Ana María H. de Giannelli

En cierta oportunidad, escuché a una madre decir a su hija (cristianas ambas): - "cuidado con tu conducta porque eres una hija del Rey", frase que me quedó grabada, y más aún ésta: "Sed santos en toda vuestra manera de vivir" (1ª Pedro 1:15). ¡Qué privilegio! por un lado el ser hija del Rey, pero ¡Qué responsabilidad!, porque espera de sus hijas LA SANTIDAD EN TODO.

Dios en su Palabra, nos habla claramente cómo debe ser nuestra conducta como cristianas, así como coronó su creación creando a la mujer, nos pide que seamos santas, "diferentes", ya que Cristo nos dio el lugar de honor y libertad.

El apóstol Pablo en 1ª Cor. 11:7 dice que somos "la gloria del varón", y ninguna escapa a esta gran responsabilidad, desde niñas y jovencitas hasta esposa, madres y abuelas cumpliendo con lo que la Palabra de Dios ordena a cada una. La mujer cristiana debe ser luz en todo momento y lugar, no debe dejar de brillar: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt. 5:16) y siendo "... ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza." (1ª Tim. 4:12) y muchísimos versículos más que hablan por sí solos como todo el libro de los Proverbios que resaltan verdades que una hija de Dios debe cumplir en su diario vivir, demostrando una conducta recta y amorosa hacia su prójimo.

El amor de Cristo en nosotras debe ser demostrado con una conducta reverente, no calumniadora y prudente, que sea percibida como un olor grato para aquellos que nos rodean.

Es fundamental recordar que un carácter cristiano, un corazón amante, generoso y fiel, son el resultado de Cristo habitando en el corazón. Tu conducta es una consecuencia de haber rendido tu vida al Señor. Puede que tu proceder sea correcto aún sin el Señor Jesús como tu Salvador, pero como el joven rico de Marcos 10: 17-22, si no te humillaste y confesaste tus pecados a Cristo en vano es que intentes agradarle, ya que tu buena conducta no nace de un corazón transformado.

Tampoco olvidemos lo que nos enseña Proverbios 20:11,12 que las acciones hablan más que las palabras, tanto es así que la conducta obediente, amante y devota de una mujer puede ganar al marido inconverso para Cristo (1ª Pedro 3:1, 2)

¡Si, debemos vivir a Cristo diariamente! para que brillemos, porque el Señor nos puso como luz y como sal para que lo que se viese en nuestras vidas, crease hambre y sed de Cristo:

• No pongas tu luz en un lugar encubierto, queriendo ocultar que eres de Cristo.
• No la tapes con tus ocupaciones que te harán perder el hábito de tu momento devocional
• No la pongas debajo de la cama con tu pereza, sueño y comodidad.
• Que tu luz refleje la luz de Aquel que brilló perfectamente en este mundo.

J. D Pentecost en su libro "El Sermón del Monte" escribe: "Si tu forma de vida se parece tanto a la forma de vida de los no salvos que no se puedan ver diferencias entre ellos y tú, es imposible ser sal y desoyendo la Palabra de Dios nunca podrás ser luz". ("...Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos" - Jer.15:19 - recomiendo leer desde el vs. 15 hasta el 21).

Presta atención a estos consejos para vivir una vida diferente a los parámetros de este mundo y de acuerdo a los mandamientos divinos:

• Comunión diaria con Cristo: La lectura de su Palabra te guiará en cada paso que debas dar, ella debe ser tu manual de vida, te enseña lo que debes hacer, te reprende en lo que debes dejar de hacer, corrige lo que debes cambiar e instruye en lo que debes comenzar a hacer. La oración constante ,sincera, persistente y eficaz, puede mucho. Debe ser la ocupación más importante de toda cristiana. Tu conducta será otra si eres una mujer de oración.

• Crece en espiritualidad (viviendo una vida llena del Espíritu Santo): Si tienes pecados ocultos, no confesados, estás contristando al Espíritu Santo. Confiesa tu pecado, pide al Señor perdón y limpieza, de tal manera que su Santo Espíritu ocupe más y más tu vida. Recuerda que tenemos un mandamiento:"Sed llenos del Espíritu Santo" (Gálatas 5:18).

• Manifiesta tu amor por Cristo en todo momento: Si Cristo es el dueño de tu vida, tu corazón debe estar lleno de amor, que es lo primero en la lista del fruto del Espíritu Santo. El amor a Cristo comienza con nuestra devoción y obediencia a Él. También debe manifestarse con hechos hacia quienes te rodean, demostrando paciencia, bondad, sencillez, humildad, calma, cortesía y perdón."No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad" (1ª Jn.3:18).

Que puedas apropiarte del versículo, "...ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí", porque el secreto del carácter cristiano es que puedas parecerte más y más a Él que es el modelo perfecto.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

PRUEBESE A SI MISMO por: Juan A. Garcia

En un párrafo que solemniza por su tono general, la frase del título está directamente referida en 1 Co. 11:23–32 a la participación en la cena del Señor. EL personalmente la había instituido en el aposento alto la noche que fue entregado; tiempo después desde el cielo le revela lo mismo al apóstol Pablo; esto da la idea de la importancia del acto.

Pablo se lo enseñó a los corintios; al escribirles esta carta no les recrimina por no hacerla sino por hacerla de manera indigna. Es indispensable y urgente que tal estado de cosas sea corregido porque ya ha traído muy graves consecuencias sobre miembros de la Iglesia. Con autoridad apostólica que recibió del Señor les ordena a cada uno de ellos “Pruébese así mismo” antes de participar.

“Pruébese”. Se prueban los metales y las cosas en general para ver si tienen las bondades que de ellas se esperan; una vez probada se aceptan o rechazan según el resultado de la prueba; en este caso el creyente es el que prueba y él mismo es el probado; es el juez y el juzgado. No valdrá de mucho que sea un juez injusto por exceso de benevolencia o de severidad. Pero el hombre por sí solo difícilmente pueda tener la ecuanimidad necesaria al auto examinarse; alguien dijo :”El hombre, ese profundo pozo de contradicciones”. Por tanto le hace falta una medida maestra como la Palabra y puede orar pidiendo la gracia de verse por la iluminación de Su Espíritu a sí mismo con “los ojos de Dios”.

Desde luego no necesita orar si ya sabe que anduvo en camino de pecadores, y si ha dado mal testimonio ante los demás doblemente malo es lo suyo;(Un árabe dijo:”Quien olvida que tiene ojos para ver sus propios defectos, los ojos de los demás se encargarán de señalárselos”)

El apóstol Pedro da un diagnóstico alarmante. Después de mencionar una serie de virtudes cristianas dice: “Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados”.. David oraba en Sl. 19:l2: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos”.

“Pruébese” ya es reflexivo; uno mismo debe examinarse, y nuestro versículo agrega un pleonasmo que le da mayor fuerza a la exhortación formulada:” a sí mismo”. En este caso no debe ocuparse de su hermano; su primera necesidad es investigar con total objetividad su propio corazón, su propia vida.(si supiera de algún hermano que anda en pecados que merece ser privado de la comunión no debe desentederse sino dirijirse a los ancianos que son los encargados de aplicar la disciplina que corresponda. Pero este no es el tema de 1 Cr.11).Lo que sí podemos agregar aquí es que el que se examina debe tener en cuenta que si ha pecado contra un hermano, con él también debe arreglar las cosas antes de participar (Mt.5:23–24). Por otra parte es muy serio por lo grave que haya hermanos enemistados entre si, guardando algún rencor y que sin embargo vayan a la cena y se sienten a participar como si no pasara nada. Pasa, cada uno de ellos lo saben y también lo sabe el Señor de la cena,:¿Cómo pueden considerarse”en comunión” si no tienen comunión entre sí y siguen arrastrando un problema no resuelto aún?. Hermanos en esas condiciones se dañan a sí mismos y afectan negativamente el nivel espiritual de la reunión. Arreglar las relaciones es indispensable e impostergable primero ante el Señor y después entre sí.

Se da por sentado la posibilidad de que cualquier hermano haya hecho, dicho o pensado algo (o mucho) que es pecado. Como dice un estudioso de la Palabra, y la experiencia lo certifica, no se espera que cada hermano tenga una vida tan santa que ya nunca peque y entonces participe, porque en ese caso nadie nunca podría hacerlo. Sí se espera que cada uno se ponga en condiciones, que sea honesto delante del Señor. No hay que olvidar que EL es el Centro, el destinatario de la reunión. Tal vez los corintios tomaron esto livianamente y el Señor había tomado medidas disciplinarias. Impresiona los dos “muchos” del versículo 30. No dice que alguno o algunos, que ya sería muy preocupante, sino “muchos enfermos y debilitados entre vosotros”, y mas aún, “muchos duermen”; habían sido sacados de este mundo por el Señor.

Pero el apóstol no desea provocar el terror paralizante que suele caracterizar a algunas culturas religiosas paganas sino el “temor del Señor” que lleva al creyente a un saludable y estimulante santo cuidado. Por eso dice en el versículo 31:”Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados”;y como ya expresara en el 28:”Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa”.El Señor ha provisto en su gracia la manera de borrar el pecado cometido:”Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn.1:9, y conviene seguir leyendo hasta 2:2)

Todo este tema me trae a la memoria una conversación entre dos hermanos mayores que hablaban delante mío cuando era un jovencito. Uno de ellos dijo al otro que a veces tomaba la cena con cierto grado de temor porque tal vez había incurrido en la misma falta que los corintios que tuvieron que ser disciplinados por el Señor. El otro hermano contestó con una exclamación: “!Pero no! Ud. se examina a usted mismo delante del Señor y confiesa lo que ve que estuvo mal; le dice “Señor, esto es lo que yo veo, perdóname. Y perdóname los que puedo haber cometido y no me di cuenta”. Y vaya y participe libre y gozosamente”.Gracias a nuestro Dios porque la sangre de Cristo limpia también los pecados de ignorancia.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

CRISTO LA VIDA ETERNA por José Miguel Zorrilla

FILIPENSES 1 : 21:" Porque para mi el vivir es Cristo, y el morir es ganancia"
Ningún niño ha nacido jamás a la vida física por voluntad propia.

Nadie ha escogido venir a este mundo y así es hoy, no se elige nacer en un lugar o tiempo determinado, sino que nace por voluntad de sus padres, y normalmente debería ser como fruto y acto de amor entre ambos y hacía el nuevo ser, ( hijo o hija), solo dos sexos posibles, varón o hembra. Todo otro "sexo" que aparece después es perversión de la raza humana por el pecado.-

Cuando Dios creó al hombre a su imagen y semejanza lo hizo perfecto y en santidad, por amor; y les concedió la gracia de reproducirse a la misma imagen, pero antes de que esto sucediera el hombre introdujo el PECADO y con el pecado la muerte que es su paga. Y a consecuencia de esto muchos niños han nacido y nacen; ( cada vez con más frecuencia ), como fruto de pasiones desordenadas, embarazos no deseados, hijos no amados, muchos son muertos a sus pocos días de vida ( abortos).( por cierto condenados por Dios).

Otra terrible consecuencia del pecado en el corazón de los hombres, es que la calidad de vida de muchos niños depende de la cantidad o intensidad de pecado que rodee su vida, y aunque él no escogió venir a este mundo deberá sufrir las consecuencias del desamor y de los efectos negativos del medio ambiente malsano que hemos creado, a su vez si logra sobrevivir y madurar a pesar de la corrupción, continuará propagando el mismo mal y más agravado.-

Cuando Dios diseño y dió la vida al hombre su contexto era de amor, armonía y en santidad lo que hubiera significado placer, gozo, felicidad para el hombre mismo y reflejado la gloria de Dios en el mundo, como criatura excelsa y única con potencial espiritual.-

Con todo, éste potencial espiritual le da al hombre la posibilidad de tener vida eterna, la cuál es CRISTO mismo, tenerla no es otra cosa que escoger al mismo SEÑOR como Salvador y Señor. " El dijo: " YO SOY la resurrección y la vida", San Juan 11:25.-

La Biblia es terminante dice en 1ª de Juan 5:12....el que tiene a CRISTO tiene la VIDA. Y EL mismo Señor ha expresado su deseo en : San Juan 10:10 "..YO he venido para que tengan vida y vida en abundancia".- Es por gracia de Dios que toda persona, cualquiera sea su edad, sexo, condición y situación en que se encuentre, pueda escoger nacer de nuevo, a una nueva vida. A todos los que recibieron a Jesucristo Dios el Padre les ha dado potestad de ser hechos hijos de Dios:San Juan 1:12 léalo. Usted también puede recibir a CRISTO, ahora mismo.

Este hecho tan maravilloso se encuentra claramente expresado en el libro de Deuteronomio 30:15, cuando el pueblo de Israel, cada uno, individualmente; es enfrentado con una decisión crucial: " YO he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte (separación),y el mal"--> luego en el Versículo 19 dice:...escoge pues la vida para que vivas tú y tu descendencia".

La pregunta es ¿ Cómo hacerlo ?. Deuteronomio 30:20 dice cómo: " Amando a Jehová tú Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días.....

Así que, la vida espiritual se escoge, se elige tenerla o no. En el caso expresado por el Apóstol Pablo en el encabezamiento es notable, él dice: Filipenses 1:21" Para mí el vivir es CRISTO, y el morir es ganancia". Con lo cuál significa que el origen de su nueva vida es CRISTO, cuando lo recibimos en el corazón, Como mencioné antes en San Juan 1:11-12. Pero también el sustento de la nueva vida es CRISTO, LA CALIDAD DE NUESTRA VIDA ES EL SEÑOR Y DEPENDE DE NUESTRA ÍNTIMA RELACIÓN CON ÉL.

Por gracia de él podemos elegir, y es nuestra responsabilidad vivir bien, con gozo, utilidad o servicio, o seguir bajo la tristeza de la separación, como un mal hijo alejado de su Padre. Es decir, se torna una vida tan pobre, que aunque tenga vida no tiene sabor, ni motivación, felicidad o fruto, que se ven en el desánimo, la inconstancia y hasta la desesperanza, vivir sin obediencia al Señor es dramático, frustrante y hasta desesperante.

Cuando Cristo habló de la vida del hombre, enseñó que no consiste en la abundancia de los bienes que posee; San Lucas 12:15. Así que, no es por la cosas materiales, ni el dinero como se consigue la felicidad, esta contrastado con la avaricia en el mismo pasaje bíblico, pecado que hunde al hombre en una rueda insaciable, que nada de éste mundo puede detener.

Pero el mensaje de Pablo muestra una perspectiva muy diferente, un cambio tan sustancial que hasta la muerte, que para el mundo es una pérdida irreparable, irreversible, pero, por una relación sincera y profunda con CRISTO se transforma en GANANCIA.-

Es maravilloso y una oportunidad invalorable que por la Gracia de nuestro Señor Jesucristo, podamos elegir una calidad de vida emocionante, positiva y fructífera para uno y los demás, tan notable que cambia hasta la perspectiva de la muerte, de un final de fracaso y condenación, a un comienzo de servicio con gozo y adoración no sólo en éste mundo, sino hasta la eternidad.

Ahora bien ; para morir bien y que la muerte sea ganancia, el vivir debe ser CRISTO, tener la vida de él y vivir para él, ésta es la ABUNDANCIA que el Señor quiere para nosotros.

Agradar y servir al SEÑOR es la verdadera prosperidad, la vida de Cristo, vida de amor, amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones como dice Romanos 5:5, por el Espíritu Santo, entonces nos envuelve su gracia, la paz, el gozo y la esperanza serán estímulo permanente.

Querido lector, amado hermano en la fe, usted y yo, ¿ podemos decir para mí el morir es ganancia ?, si es así, es porque estamos viviendo la Vida de Cristo, y nuestro actos, la acción visible de nuestra conducta debe reflejar que : "amamos al Señor; atendiendo a su voz, y obedeciendo a sus mandamientos, siguiéndole a él, imitándole en todo, ver Deut.30:20.

Dios nos bendiga para que vivamos nuestra nueva vida cristiana, la vida eterna, con frutos, mas frutos y mucho fruto, transmitiendo la vida de El, el gozo del Señor Jesús, el amor del Salvador, que se muestra en servicio a él como alabanza y adoración = dedicación de nuestro tiempo a El y a su obra.-

jueves, 9 de septiembre de 2010

¡OH CUANTO AMO YO TU LEY! O ¿CUÁNTO AMO YO TU LEY? - Por Osvaldo Foyth

Tan sólo con cambiar un par de signos ortográficos se puede cambiar el sentido a una frase, de modo que esta pueda llegar a expresar conceptos totalmente diferentes.

David en el Salmo 119:97 decía: "¡Oh cuanto amo yo tu Ley!, todo el día es ella mi meditación", con ello expresaba de un modo afirmativo su amor a la Palabra de Dios, en lugar de estar planteándose si amaba o no la Ley de Dios, o en que medida lo hacía.

Ahora bien, es bueno para cada uno de nosotros utilizar estas palabras con este sentido: ¿cuánto amo yo tu Ley?, de tal modo que podamos autoevaluarnos y en caso de ser necesario tomar las acciones correctivas necesarias para poder exclamar tal como David: "¡Oh cuanto amo yo tu Ley!".

Resulta obvio que para poder "amar" la Palabra de Dios, es imprescindible conocerla, además comprender el poder que ella encierra, y como es su accionar en la vida, en el alma y en la mente de las personas.

Libros hay por doquier, desde aquellos triviales, sin sentido, pasando por otros que profundizan en la problemática humana, hasta aquellos que procuran dar soluciones a los conflictos de la intrincada alma del hombre; pero ninguno logra cambios de valor. Sólo la Palabra de Dios llega con poder transformador, renovando, dando nuevos horizontes a todo aquel que creyendo, la medita y la ama.

Hay un pasaje cuyo análisis nos ayudará a conocer y amar la Palabra de Dios: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié". (Isaías 55:10,11).

Aquí hay algunos consejos que quisiera compartir con mis lectores:

Dios dice: "...es palabra que sale de mi boca..."

Si bien este aspecto pareciera redundante y archiconocido, debe ser reconsiderado seriamente, la Biblia está generada en Dios y por Dios, por lo tanto lleva el sello de autoridad, de soberanía y de poder divino.

Así como el "aliento de vida" que sopló Dios en Adán tiene poder, misterio y grandeza tal que deja atónitos aún hasta los científicos más avezados; Su Palabra, "salida de su boca" tiene en sí mismo poder, autoridad, materia y grandeza que bien haríamos en reconocer y admirar.

Como procede de la boca de Dios, tiene cualidades distintivas según Hebreos 4:12, 13: "es viva y eficaz". La Palabra de Dios escrita es el soplo de Dios y por lo tanto tiene vida inherente, por esa misma razón es eficaz, poderosa y "genera energía" (según el original griego)

La permanencia a través de los siglos (a pesar de los denodados esfuerzos de sus enemigos), las profecías cumplidas corroboradas por la ciencia y la multitud de vidas transformadas milagrosamente, nos dan un testimonio insoslayable: "La Palabra es viva...eficaz". Todo otro escrito, por más excelente y profundo que sea jamás podrá ser "vivo", y mucho menos eficaz para transformar vidas del modo que lo hace la Biblia

Es todo un desafío para nosotros el redescubrir esta gran verdad, impulsándonos a mostrar respeto, reverencia y contemplación.

Dios dice: "...hará lo que yo quiero..." "...aquello para que la envié..."

Definitivamente reconocemos que Dios no hace nada en vano. Todo su obrar está perfectamente integrado con un propósito, Su gran propósito, su propósito eterno tal como se menciona en Rom. 8:28-39, su Palabra fue emitida y registrada para "...permitir que fuésemos hechos conforme a la imagen de su hijo..."

Por lo tanto, su Palabra viva y eficaz tiene un sin numero de virtudes. Su labor comienza con el individuo mucho antes de que este sea salvo:

• Es el agente que genera fe (Rom.10:17)
• Es quien puede hacer sabio para salvación (2ª Tim. 3:15)
• Coopera con el Espíritu Santo en el renacimiento (1ª Pedro 1:23)

Es decir, absolutamente nada obrará el cambio regenerativo en el individuo si no parte de la obra de la Palabra de Dios aplicada por el Espíritu Santo. Nada hay más cautivante que ver el desarrollo de este renacimiento por la Palabra. ¿Quién puede resistir esta obra abrasadora? ¿Cuántas energías se malgastan pretendiendo lograr cambios en las vidas fuera de la aplicación de la Palabra de Dios?

Su glorioso propósito continúa luego de la regeneración, mencionando tan sólo algunos pasajes veremos:

Salmo 19:7-10:

Convierte el alma: Mente, sentimientos, voluntad, emociones
Hace sabio al sencillo: Nos capacita para discernir entre el bien y el mal, lo que conviene de lo que perjudica, lo útil de lo fatuo, lo santo de lo pecaminoso y así aplicar criterios sanos para la vida.
Alegra el corazón: ¿Quién no ha encontrado consuelo, esperanza, alegría, aliento, nuevas fuerzas a través de la meditación de la Palabra de Dios? ¿Quién no siente su corazón al leer acerca de la esperanza de Cristo?
Alumbra los ojos: Guiando los pasos, acciones y decisiones por el camino correcto, permiténdonos ver la esfera del mundo espiritual en el que estamos inmersos, enfocando nuestra mirada en la consumación del propósito eterno de Dios.
Permanece para siempre: Dando un viso de gran seguridad por no ser cambiante ni relativa como la moda o las corrientes filosóficas, sicológicas, etc.

Salmo 119:9 / 105:5: Permite limpiar el camino del joven.

Salmo 119:11: Nos alerta para no pecar.

2ª Timoteo 3:16,17: Este magistral pasaje nos muestra de que manera la Palabra de Dios participa en el proceso de maduración, desarrollo y crecimiento del hijo de Dios, para que de acuerdo a su propósito llegue a ser conforme a la imagen de su Hijo. En este pasaje hay cuatro acciones de la Palabra de Dios: Enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia, que en conjunto representan un paso en el crecimiento, un escalón subido. Primero enseña la verdad de Dios luego redarguye nuestro corazón mostrándonos en qué hemos errado; corrige nuestro andar, nuestra conducta en dirección a la voluntad de Dios y cierra el circuito intruyéndonos para no volver a pecar. Al llegar a este punto, indefectiblemente se habrá producido "un gran paso adelante y arriba en nuestra vida" ... "preparándonos enteramente, integralmente para toda buena obra" (vs.17)

¿Hay algo que pueda quedar fuera (en nuestra vida cristiana) del gran propósito que Dios le ha encomendado?. Esta hermosa verdad nos debiera alentar a la obediencia.

Dios dice: "...no volverá a mí vacía..."

Dios da una promesa y él cumple sus promesas. No obstante hay otras razones que avalan el cumplimiento de esta.

• La Palabra de Dios es viva y eficaz (Heb. 4:12) y como tal no necesita de nuestro auxilio y ayuda para tener éxito

• Dios usa su Palabra, esta es eficaz en las manos del Espíritu Santo para producir resultados sobrenaturales (comp. Ef. 6:17 / Jer. 23:29). Esta verdad debiera generar en nosotros ardiente expectativa.

Dios dice: "...será prosperada..."

De esta manera expresa los resultados. Esto habla de éxito, de permanencia, de multiplicación, de logros alcanzados y mantenidos.

Pero vemos que esta promesa, se extiende aún a aquellos que ha encontrado en ella su delicia. El Salmo 1:2,3 nos habla de prosperidad, la misma no es material, sino del alma: "como árbol plantado junto a corrientes de aguas" (vigor), " Que da su fruto en su tiempo" (fruto), " su hoja no cae" (testimonio) (Comp. Josué 1:8)

Al repasar esta maravillosa presentación que la Biblia hace de sí misma en Is. 55:10,11, podemos comprender las expresiones del salmista cuando decía: "...tus testimonios son mis delicias..." (Sal. 119:24), ",,,cuán dulces son a mi paladar tus palabras..." (Sal. 119:103), "...deseables mas que el oro... dulces mas que miel..." (Sal. 19:10), demostrando con estas expresiones que "saboreaba" la Palabra de Dios. Uno saborea una comida cuando la "mastica" lentamente, la paladea, permite que el alimento entre en contacto con todas las pailas gustativas ... es decir habla de tiempo, de dedicación, de actitud de placer.

Distinta actitud la de aquellos que:

• No sufrirán la sana doctrina (2ª Tim. 4:3,4)
• Como los atenienses, su única inquietud era la de decir u oír algo nuevo (Hechos 17:16-21)
• La estudiarán para aplicársela a los otros y no a sí mismos
• Solamente la estudiaran para preparar mensajes de primer nivel
• Tendrán la actitud del oidor olvidadizo (Sant. 1:22-25)

Retomando el pensamiento del título: ¡Oh cuanto amo yo tu Ley! o ¿Cuánto amo yo tu Ley?, nosotros también podemos apropiarnos alguna de las dos expresiones:

• De la primera para mencionar que Sí amamos y en gran manera su Palabra

• De la segunda cuestionándonos si amamos su Palabra, y en caso afirmativo ... ¿cuánto?

Que el Señor nos enseñe a mar su Palabra a la manera que el salmista lo hacía, y nuestra oración sea: "abre mis ojos y miraré las maravillas de tu Ley" (Sal. 119:18)

sábado, 4 de septiembre de 2010

“CUANDO SÓLO TENEMOS PREGUNTAS” por Américo Giannelli

Al comenzar un sencillo análisis del sufrimiento en la vida del creyente, deseamos expresar nuestra simpatía y profundo cariño para aquellos que tal vez al leer estos comentarios se encuentran viviendo si-tuaciones difíciles y angustiosas. No es fácil para nosotros abordar este tema sin dejar de pensar en mu-chos queridos hermanos que están pasando por momentos muy difíciles. No obstante ello, es nuestra in-tención observar en la Palabra de Dios, aquello que nos sea de aliento y a la vez de instrucción.

Cuando nos referimos al tema del sufrimiento, inmediatamente pensamos en Job. Aquel que lee su historia sin un conocimiento bíblico, posiblemente quede perplejo y con más dudas que certezas. ¿Por qué siendo un varón perfecto tiene que sufrir?, ¿Por qué Dios no interviene?, ¿Por qué no recibe consuelo? etc.

A la vista de los hombres, el sufrimiento de Job parece algo absurdo e incomprensible, por lo tanto no es de extrañarse que la pregunta recurrente sea: ¿por qué?.

Esta misma pregunta seguramente se hicieron los cuatro amigos de Job; como aseguran algunos eruditos, ni las "visiones nocturnas" de Elifaz, ni los "dichos sabios" de Bildad, ni el "dogmatismo" de Zofar o la actitud critica de Eliú, pudieron dar una respuesta concreta a la cuestión.

Cada vez que estamos en prueba, lo primero que asalta nuestra mente son preguntas. Trataremos de dar respuesta a algunos interrogantes:

¿De donde viene el sufrimiento?

Luis Palau en su libro devocional "De la mano de Jesús: Pasos hacia la madurez cristiana", dice que básicamente, hay cuatro clases:

a) El primer tipo es el sufrimiento como resultado de desastres naturales, como por ejemplo un terremoto o una gran tormenta, cuyas consecuencias afectan a justos e injustos (Mateo 5:45).

b) Una segunda clase de sufrimiento podría denominarse "la inhumanidad del hombre para con el hom-bre". Es cuando el hombre trata de herir a su prójimo en razón de su codicia y su orgullo (Santiago 4:1, 2).

c) Un tercer tipo de sufrimiento se demuestra con claridad en la vida de Job en el Antiguo Testamento. Fue resultado del ataque directo de Satanás. Después que recibió autorización de Dios, Satanás co-menzó a actuar y causó un sufrimiento indecible a Job y su familia.

d) La cuarta clase de sufrimiento es el que se produce como resultado de nuestras propias acciones equi-vocadas.

¿Por qué viene el sufrimiento?

Es cierto que muchas veces padecemos el dolor que merecen nuestros actos, pero lo que más nos confunde es cuando creemos con sinceridad que no hemos hecho nada para merecerlo. En ese sentido el Libro de Job nos da una perspectiva clara, ya que él no merecía de ninguna manera el dolor como castigo o disciplina.

Si bien los cuatro amigos insistieron en que el dolor es consecuencia de una vida pecaminosa, aquí encontramos que el dolor no es un resultado sino un medio. No el fin en sí mismo, sino el camino. El Após-tol Pedro nos revela el propósito de Dios (1ª Ped. 4:10): El sufrimiento es permitido por Él como una herra-mienta para generar en la vida del creyente el progreso espiritual.

Tenemos presente el testimonio de tantos hermanos que han aprendido las Escrituras por su cons-tancia en el estudio, pero aseguran que las lecciones aprendidas en momentos de dolor son las que han quedado grabadas a fuego en el alma. El apóstol Pablo, que sufrió distintos peligros, azotes, lapidación, naufragio, hambres, sed y hasta la cárcel (2ª Cor. 11:24-28), podía expresar con absoluta convicción naci-da de la experiencia: "nada me podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús" (Rom. 8:39).

Regresando al texto de 1ª Pedro, encontramos que los cuatro objetivos de Dios para la vida del creyente: madurez, estabilidad, fortaleza y fundamento, es decir una transformación en el carácter del cris-tiano.

¿Que hacer en medio del sufrimiento?

Cuando nos sentimos rodeados, y la tristeza nos embarga, es cierto que se nos hace muy difícil poder observar el futuro, porque el presente nos agobia, y si de alguna manera lo vislumbramos, el pesi-mismo nos hace presa.

Entonces ¿qué debe hacer el creyente?. Teniendo en claro que Dios siempre obra con un propósito para nuestra vida, y que de ninguna manera está desentendido de nuestros problemas (1ª Ped. 5:7) lo pri-mero que debe hacer es confiar en Él. La fe básicamente es tener seguridad que las promesas de Dios han de cumplirse, y el convencimiento de que la salida que no vemos, nos ha de ser dada. Lamentablemente a veces pensamos en la fe como un acto religioso, cuando en realidad es un acto del corazón que cree en Dios. Por lo tanto en la fe no hay lugar a la resignación o al conformismo, sino debe existir absoluta segu-ridad y descanso en nuestro Padre celestial.

En segundo lugar ese acto de fe nos debe conducir a esperar en Dios porque Él es nuestro liberta-dor, sustentador, ayuda y escudo (Salmo 33:20), en nadie más podemos hallar semejantes características, sólo en Dios. Además nos indica que a su debido tiempo recibiremos el oportuno socorro.

¿Qué podemos hacer con el que sufre?

Los amigos de Job comenzaron correctamente su tarea, quisieron condolerse y consolar a su ami-go. Al ver su dolor tan grande, correctamente guardaron silencio en señal de respeto y congoja. Sin lugar a dudas esta es una actitud que los cristianos debemos imitar: el sentir el dolor ajeno como propio y brindar un bálsamo sobre la heridas del corazón, son dos actividades sublimes y como en el caso de Job, el silen-cio y la compañía son buenas herramientas.

El problema de estos hombres, es que luego quisieron teorizar sobre el dolor ajeno (esto una ca-racterística de la conducta humana), y aunque muchas de sus opiniones y conceptos fueron correctos, ellos no entendían que Dios estaba obrando de una manera determinada. Lo que al principio era un con-suelo llegó a ser una carga para el pobre Job.

Hemos mencionado que Dios utiliza muchas veces el dolor como un medio para producir un cam-bio, por lo tanto lo más acertado es encomendar todo en las manos del Señor, confiar en él y cumplir aque-llo que nos enseña la Escritura: "Llorad con los que lloran" (Rom.12:15).

Es nuestro deseo concluir elevando una oración: "Padre celestial, Dios de toda consolación, pedi-mos tu bendición para nuestros hermanos que sufren, para aquellos que abrumados por las circunstancias que les tocan vivir se sienten abatidos y confundidos. Queremos expresarte que sentimos su dolor como propio y que deseamos que al atravesar el "valle de sombra y de muerte" puedan experimentar tu presen-cia, consuelo y sostén. En el nombre del Señor Jesucristo, Amén."