lunes, 16 de agosto de 2010

Prioridades entre cosas buenas por Juan A. Garcia

En Lucas 11:42, el Señor Jesús dice: “Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y que pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello”. Esta última frase (”esto os era necesario hacer, sin dejar aquello”), demuestra que hay cosas que en sí mismas son buenas, pero que entre ellas algunas son de importancia prioritaria y que si no se les da el lugar que les corresponde, las otras a pesar de ser buenas en sí pierden esa cualidad por estar mal ubicadas.

Los fariseos diezmaban meticulosamente todo lo que llegaba a su poder. Este hecho estaba bien, era aprobado y mostraba un notable grado de escrupulosidad digna de encomio. Pero nuestro Señor lejos de ponderar semejante actitud, lanza sobre ellos un solemne “Mas ¡ay de vosotros, fariseos!”

Su fuerte reconvención se debía a que ellos se habían vuelto extremadamente “religiosos” de actos externos, de meras apariencias. Su “culto” se circunscribía a lo material, a lo que se podía contabilizar, sin nada interior que le diera verdadera validez; por eso en el vs.39 el Señor les diagnostica su enfermedad espiritual: “Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fura del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad”. En verdad carecían de “justicia y del amor de Dios”, es decir, de lo esencial, haciendo de esta manera que lo bueno (pero secundario) que podría acreditársele, perdiera su valor.

Este tema nos invita a reflexionar sobre nosotros mismos:

1) Podemos (¡debemos!) tener un “buen testimonio”, haber conformado una buena “imagen” por nuestro nivel de vida tanto moral como eclesiástica. ¿Es suficiente?, Por supuesto que sí, si ello es la exteriorización de un corazón recto que en verdad ama al Señor.

2) Hacemos bien con responder a la invitación del Señor de participar de su Cena comiendo el pan y bebiendo de la copa … Si el acto físico está acompañado por un corazón ejercitado.

3)Es correcto e inteligente aprovechar al máximo el don que en Su gracia el Espíritu ha dado a cada uno de nosotros … siempre que nuestra intención sea exaltar la Persona del Señor Jesucristo y no halagar nuestra carne.

Al pueblo de Israel el Señor les reprocha en Isaías 29:13: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, pero su corazón está lejos de mí y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”.

A los que así lo sientan les invito a unirse a mí y repetir la oración de David: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal. 51:10)