sábado, 14 de mayo de 2011

JUAN MARCOS, UN SIERVO ÚTIL PARA EL MINISTERIO. Por: Americo Giannelli

La Biblia nos habla de distintos siervos de Dios, uno de ellos, Juan Marcos, ha de ocuparnos en esta oportunidad. Una breve semblanza: nos indica que era hijo de una mujer llamada María, habitante de Jerusalén (Hech. 12:12), y sobrino de Bernabé (Hech. 4:36 / Col. 4:10).

Probablemente estuvo en Jerusalén aquella noche en que Pedro fue liberado de la cárcel en forma milagrosa, tal vez pudo observar de cerca la forma en que Pablo y Bernabé cumplieron su servicio como portadores de las ofrendas. Pero sin lugar a dudas su mayor privilegio fue haberse unido a los apóstoles como ayudante en la obra misonera. (Hech. 12:25 / 13:5).

Todo parece ser maravilloso en su vida, sin embargo en Hech. 13:13, lo vemos tomando una actiud que revela una profunda crisis en su ministerio: luego de acompañar un corto tramo del primer viaje misio-nero, abandona a sus compañeros regresando a Jerusalén. Esta actitud no agradó al apóstol Pablo (Hech. 15:38,39).

Surge entonces una pregunta ¿cuál fue el error de Juan Marcos?. No se nos declara con exactitud el por qué de su regreso a Jerusalén, sin embargo podemos inferir dos motivos que lo llevaron a tomar esta decisión:

a) Quizás sintió temor ante los opositores del evangelio, no teniendo en cuenta las palabras del Señor acerca del costo que deben pagar aquellos que desean servirle (Lc. 14:27-33).

b) Observemos que el Espíritu Santo llamó a dos hombres ... pero fueron tres (Hech. 13:2, 5). Es evidente que Juan Marcos no debía ser de la partida, no era aún su tiempo.

Probablemente aquel que hoy desea servir al Señor esté ante estas dos grandes disyuntivas, ¿qué puedo hacer ante los conflictos que aparezcan en el camino? y ¿cuándo será mi tiempo?. La primera pre-gunta descubre temor; la segunda, dudas.

En primer lugar recordemos las palabras del Señor Jesús: “En el mundo tendréis aflicción; pero con-fiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33). Se nos ha advertido claramente acerca de la hostilidad del mun-do en que vivimos. Las presiones de nuestro enemigo, la incredulidad de las personas y la maldad que va en aumento, no son novedad. Ahora bien, tengamos presente la exhortación del Señor: “confiad”, no en nuestras propias fuerza, sino en su poder. La base de nuestra seguridad está en el hecho de que “el Señor ha vencido al mundo”. Nunca dejemos de lado este pilar fundamental para nuestro servicio, que es la fuerte confianza en el poder de nuestro Señor.

En segundo lugar, ¿cómo sabremos cuándo es nuestro tiempo?. La búsqueda de la voluntad divina es la gran labor de los creyentes. No sólo El expresa su voluntad para el servicio, sino que en cada área de nuestra vida nos tiene preparado un propósito u objetivo. Por eso el indagar en su voluntad, debe ser una empresa de todos los días. Consideremos el ejemplo del joven Samuel; Dios reveló su voluntad a un siervo que ya estaba activo (1ª Sam. 3:1); que ante su llamado mostró disposición (1ª Sam. 3:9,10) y que durante su crecimiento estaba en comunión íntima con El (1ª Sam. 3:19). Servicio, disposición y comunión; son tres claves importantes para conocer la voluntad de Dios.

Finalmente, no sería justo hablar de Juan Marcos sin recordar que si bien, al principio volvió atrás en su camino, lo hallamos un tiempo después junto a Bernabé recomenzando la senda ¡justamente donde la había dejado! (Hech. 15:39); y una vez superado aquello que en un momento de su vida fue un escollo, llegó a ser considerado como un siervo “útil para el ministerio” (2ª Tim. 4:11).