jueves, 19 de mayo de 2011

LA MANO SECA Por: Anita de Giannelli

...y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha.
...y su mano fue restaurada. - Lucas .6: 6-11


La mano, parte visible de nuestro cuerpo, nos habla de trabajo y más aún la derecha, que es la que realiza mayor esfuerzo (aunque todos sabemos ¡cuánto necesitamos las dos ma-nos!).

El hombre del pasaje tenía seca la mano derecha. Esta mano estaba en el cuerpo, pero inútil, incapaz de cumplir las órdenes del cerebro y sin recibir la sangre bombeada por el cora-zón y por lo tanto no podía cumplir trabajo alguno, pero cuando el Señor le dice: “Ponte en me-dio y extiende tu mano”, su mano fue restaurada sana como la otra (Mr. 12: 13).

No olvidemos que el Señor restauró no sólo nuestra mano, sino todo nuestro ser (espiri-tualmente hablando). En Jn. 10:10 y Jn. 7:38 nos dice que nos dio vida en abundancia y que de nuestro interior correrán ríos de agua viva por ello. Una vez que somos convertidas y bautiza-das, pasamos a formar parte del cuerpo de Cristo que es la iglesia y como parte de un cuerpo no podemos ni debemos estar inútiles. Quizás no seamos mano; quizás un dedo, el meñique, pero debemos cumplir con nuestra función y no caer en lo que llamaríamos entumecimiento espiritual por falta de ejercicios, o lo que es peor, la parálisis espiritual.

Así como el hombre del relato bíblico se puso en medio y extendió su mano voluntaria-mente, debemos presentarnos ante el Señor Jesús para ser restauradas si nuestro caso es de parálisis, o para que nos muestre su voluntad en cuanto a nuestro trabajo, si es que estamos entumecidas. Tengamos en cuenta que esta tarea debemos cumplirla con alegría y corazón sincero, (Ef. 6:6-7) no vaya a ser que queriendo ser ojo no nos demos cuenta que el Señor nos manda a ser dedo meñique. Tampoco olvidemos que nuestro trabajo en el Señor no es en va-no (1ª Co.15: 58).