martes, 4 de enero de 2011

CUMPLE TU MINISTERIO. por; Jose Zorrilla

Lo primero a decir antes del desarrollo de nuestro tema: ¿qué es un ministerio o un ministro? Qué lejos está de nosotros el concepto adecuado, ya que vemos a nuestro alrededor como se ha devaluado todo servicio digno y los ministros que han perdido hasta la moral, como moneda devaluada de países emergentes.

Un ministerio es un servicio con dignidad y santidad, y un ministro es una persona preparada para servir a los hombres por amor al Señor Jesucristo, no es para nada uno que quiere dominar o capturar a los hombres con fines que no son llevarlos a la salvación y comunión con Jesucristo.

Ahora bien: este hombre o mujer, preparado para servir en dignidad, que solo se logra por una vida de santidad y obediencia al Señor Jesús, es un acto de la conducta que debe emerger del corazón como fruto de la honra a Dios.

¿Cómo es? ¿es de un super hombre? ¿es ser casi un ángel? Podemos decir que es un hombre común, frágil, con debilidades y defectos, pero que ha recibido a Cristo en el corazón, y el Señor vive en él por su Santo Espíritu (ver Gálatas 2:20 y San Juan 1:12,13)

Podemos mirar a Timoteo o a Josué y otros muchos, pero tomemos Josué 1:1-9. Vemos que de ninguna manera Dios busca un hombre fuerte o un gigante, de lo contrario ninguno de nosotros tendríamos chance de calificar para la obra o el servicio del que estamos hablando.

1. Dios le dice a Josué: “Esfuérzate y sé muy valiente”. No cabe dudas que este hombre que no era tan joven, podía desertar porque tenía conciencia de su insuficiencia e inhabilidad. Él nunca pensó que Dios lo llamaría y le otorgaría tan grande privilegio. Josué se había entregado al Señor para servir a Moisés siervo de Dios, así comenzó su historia en Josué 1:1. Después de 40 años de ejercitarse como siervo de Moisés es llamado a ocupar el primer lugar en la conducción de todo un pueblo, era el rebaño de Dios, mucha era la carga, ¿podía abandonar en cualquier momento? SÍ, ¡cuidado!.

2. No temas ni desmayes: Le dice así porque Josué tenía temores, podía desanimarse enseguida ante los conflictos e inconvenientes que se presentarían. De igual manera caminaba en su ministerio el gran Apóstol Pablo: cuando vino a Macedonia él cuenta su realidad, de afuera tenía conflictos y de adentro temores (2ª Corintios 7:5). Pero no se afirmó en sus fuerzas ni se aferró a su sabiduría. Lo mismo tenemos que hacer nosotros si queremos hacer de nuestro ministerio una victoria, y Pablo dice: 2ª Corintios 1:9 ”Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”.

3. Veamos tres orientaciones:

A) Josué y Timoteo tenían una cualidad cristiana digna de destacar, que resulta imprescindible para el éxito: FIDELIDAD AL SEÑOR. En el caso de Timoteo su fe no era fingida. Josué comenzó viendo la grandeza de Dios por encima de los enemigos o los montes de dificultades, por lo que dijo en su corazón “mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo”. Y así animó al pueblo a cruzar el Jordán hacia la tierra prometida, que era la vida de luchas y victorias que Dios tenía preparado para su pueblo.

B) Era y es necesario tener un llamado claro del Señor, esto es irreemplazable a la hora de actuar para Dios. Pablo le dijo a Timoteo, tienes un don de Dios, haz obra de evangelista, o ¡cumple tú ministerio!. Muchos son llamados y muy pocos escogidos, dijo el Señor en San Mateo 20:16 b. El ministerio es desafiante, demandante, estresante, muy exigente, por eso mismo son pocos los que califican y actúan en dependencia de Cristo y con éxito. Para Josué el territorio, para nosotros las bendiciones y aun las almas han de ser arrancadas o arrebatadas al enemigo paso a paso.

C) La tercera condición es tener la Palabra de Dios arraigada en el corazón. Esta condición resulta ineludible, es caminar asidos de la Palabra de vida, como dice Filipenses 2:16. Pablo le decía a Timoteo: predica la Palabra. Dios le dice a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien " (Josué 1:8)

Concretó Josué los anhelos del Señor, ya que con una larga vida de servicio glorificó a Dios. El éxito de su tarea como siervo de Moisés le permitió entrar junto con Caleb a la tierra prometida (Nm. 14:38), los únicos dos de aquella generación perversa y murmuradora que quedó en el desierto. Luego como siervo de Dios condujo al pueblo a la victoria y su generación sirvió al Señor. Un día tuvo que manifestar su decisión de cumplir su ministerio aunque se quedase solo con su familia, llegando el momento de pasar a la presencia de Dios, podemos leer en la Biblia: "murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová" (Josué 24:29)

Así de simple es el llamado de Dios, pero así de demandante, y de trascendente. Es trabajar con el Señor Jesucristo para la eternidad y para la gloria de nuestro Dios.