viernes, 28 de enero de 2011

DOS MATRIMONIOS CONTRASTANTES por: Ana María Herrera de Giannelli

En todos los órdenes de la vida, la escala de valores que se implemente, delinea el proyecto de vida que uno desea tener. Esto se aplica en la persona tanto en forma individual, como también en el matrimonio. En la Palabra de Dios, encontramos distintos ejemplos de personas que obraron según la escala de valores que llenaba sus corazones. En donde primó el amor a Dios, a pesar de los problemas, la vida familiar fue bendecida y de bendición para otros. Por el contrario, el individuo o la familia que no tenia a Dios en el primer lugar, terminó en un verdadero fracaso.

Quisiera que meditáramos juntas, acerca de dos matrimonios y dos acontecimientos que los marcaron profundamente dejándonos un ejemplo para el tiempo presente.

En primer lugar, podemos leer en el libro de los Hechos cap. 4:34 al 37 y cap. 5:1 al 11, la historia del matrimonio de Ananías y Safira. Ellos, allá por el año 33 d.c., cometieron un grave error: mintieron al Espíritu Santo, fingiendo darlo todo cuando en realidad sólo daban una parte de la heredad vendida. ¿Qué los habrá motivado a caer en semejante mentira? ¿A quién pretendían agradar? ¿Qué pensamiento dominaba sus corazones? ¿Acaso la alabanza o la admiración de los demás hermanos, era su mayor deseo?. La historia bíblica no da una respuesta categórica para estos interrogantes, pero sí entendemos que el pecado en el cual cayeron fue el de la hipocresía y la codicia (quizás también el de envidia).

¿Qué dice la Biblia acerca de los hipócritas?. En el Nuevo Testamento, el Señor Jesús reprendió duramente a los dirigentes religiosos de aquel entonces, los denominó "sepulcros blanqueados" queriendo demostrar que exteriormente eran una cosa y por dentro otra. A los hipócritas, Dios los pone al descubierto, son mezquinos en todo, hacen ostentación, aparentan devoción y se limitan a una pureza exterior cayendo en un frío legalismo, menospreciando el valor de la verdadera piedad que comienza en nuestro corazón y se traslada a toda nuestra vida.

Hermanas tengamos presente que la hipocresía además quiebra la fraternidad, llevando a los miembros de la iglesia a no confiar el uno en el otro, por esta situación la iglesia pierde bendición, pierde vida y su testimonio no tiene efecto, en tal sentido debemos recordar lo que nos dice el Salmo 133.

El final de la historia nos muestra al apóstol Pedro reprendiendo primero a Ananías, luego a Safira, derivando con la muerte del matrimonio, porque ambos convinieron (estuvieron de acuerdo, fueron de un mismo parecer) en mentir al Espíritu Santo. No obstante, el Señor no permitió que la obra se detuviera, por el contrario la disciplina redundó en beneficio de la predicación del evangelio.

Quiera el Señor librarnos de caer en el pecado de la hipocresía y la codicia, porque muy claramente el Apóstol Pedro en su primera carta capítulo 2:1 dice que debemos desechar "toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y todas las detracciones (calumnias)"

En segundo lugar, podemos leer también en el libro de Hechos cap. 18: 1 al 3, 18, 24 al 26 acerca de otro matrimonio: Priscila y Aquila. Ellos eran judíos naturales del Ponto, que vivían en Corinto, una ciudad que se destacaba entre otras cosas, por la inmoralidad y el libertinaje. En esa ciudad es que toman contacto con el apóstol Pablo y de ella viajan juntos hacia Efeso.

Leyendo en las Escrituras acerca de este matrimonio, descubrimos algunas características distintivas contrastantes a Ananias y Safira:

a) Ambos eran cristianos sinceros: había un mismo sentir hacia el Señor
b) Eran misioneros
c) Amaron de verdad, no sólo de palabras, sino con hechos
d) Conocedores de la doctrina
e) Animaban a otros creyentes
f) Obraban con discreción

¿Cuál era la diferencia? Tenían otra escala de valores. El amor a Dios y a su Palabra son dos virtudes destacables. Por otra parte, se mostraron interesados en el servicio al Señor, llegando al cabo del tiempo a tener una iglesia en su hogar. Neil S. Wilson dice: "En una época en que el enfoque está mayormente en lo que sucede entre esposo y esposa, Aquila y Priscila son un ejemplo de qué puede ocurrir mediante la esposa y el esposo"

Queridas hermanas pensemos por un momento en las esposas de Ananías y de Aquila. ¡Qué diferencia entre Priscila y Safira! ¡Que distinto el final de cada una de ellas! ¿Qué hubiera ocurrido si Safira no hubiese convenido con su esposo?. No podemos aventurar una respuesta contundente, pero si podemos afirmar que la obediencia a Dios apareja bendición para nosotros y aquellos que nos rodean (1ª Cor. 7:14)

Hermanas ¡cuánto debemos apoyar y ayudar a nuestros esposos para el bien!. Si nuestro cónyuge es también un hermano en Cristo, le debemos doble amor, ya que con nuestra vida cristiana podemos ser de bendición para los que nos rodean. Por eso debemos empezar por casa, para que nuestro hogar sea una pequeña iglesia.

Quisiera proponerles una lista que sirva para una autoevaluación al comienzo de un nuevo año, para que con la ayuda de las Sagradas Escrituras, podamos saber lo que debemos hacer, darnos cuenta cuando andamos por caminos equivocados, y así corregir lo que estamos haciendo mal e instruirnos en una vida de justicia:

Sí al compañerismo, no a la envidia
Sí a la honestidad, no a la hipocresía
Sí a la sujeción por amor, no a la competencia
Sí a la confianza, no a los celos
Sí a la aceptación, no a la queja
Sí al perdón, no al rencor
Sí a la ayuda mutua, no al menosprecio
Sí a la conducta casta y respetuosa, no a la gotera continua

Querida hermana en Cristo, es mi oración que cada día puedas presentarte a Dios como obrera aprobada que no tengas de qué avergonzarte. (2ª Timoteo 2:15).