lunes, 11 de abril de 2011

"LA MUJER Y SU TRABAJO FUERA DEL HOGAR" por: Elisabet Aparicio de Di Benedetto

Para aquellas que leemos asiduamente la Biblia, surge espontáneamente el ejemplo de "la mujer virtuosa" de Proverbios 31 cada vez que se habla del rol de la mujer y sus actividades.

Ella describe a la mujer ideal, por eso miramos anhelando realizar todo lo que ella hace. En la sociedad actual la mujer ha conquistado nuevos espacios en el ámbito laboral, dado que le fue imperativo salir para colaborar con las necesidades del hogar.

El libro de Proverbios comienza con un mandamiento: "el temor a Jehová" y termina con la descripción de una mujer que lleva a cabo ese mandamiento.

Opuesto a la idea errónea de ser retraída, servil y completamente casera, encontramos una mujer con carácter firme, gran sabiduría, muchas habilidades, gran compasión y excelente esposa y madre.

¿Cómo vamos a mirarla? Sin duda debemos mirarla como una inspiración para ser todo lo que nosotras podamos ser.

No podemos ser igual a ella, pero podemos aprender de su laboriosidad, integridad e ingenio. Su fortaleza y dignidad son el resultado del temor a Dios. Su atractivo proviene totalmente de su carácter, no de su apariencia física (nunca se menciona esta descripción).

La mujer que teme a Dios es una mujer virtuosa. Ahora pregunto: ¿Es virtuosa porque realiza muchas actividades? ¡No! Sencillamente sus trabajos le sirven para mostrar el temor a Dios y bendecir a su familia.

Entonces ¿Cuál debe ser tu actitud frente al trabajo?

Nuestra consideración empieza con su origen. Dios es el que lo ha inventado. En primer lugar Dios trabaja, como afirmó Jesús: "Mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo" (Jn. 5:17). Es un Dios activo. Creó al hombre y a la mujer intrínsecamente trabajadores, les dio las instrucciones de su tarea como parte de su bendición: llenar la tierra, sojuzgarla y señorear (Gn. 1:28). En ese momento se convirtieron en colaboradores de Dios, "trabajadores con y para Él", una posición que continuará en la eternidad (Ap. 22:3)

Lo que apareció en escena después de la caída fueron las complicaciones y el dolor que encontramos en el trabajo (Gn. 3:17-19). Aún sobre las consecuencias de la desobediencia el trabajo lícito es algo positivo en nuestras vidas. Proverbios 14:23 nos dice que lleva fruto por su misma naturaleza, beneficiándonos de las siguientes maneras:

• Provee para las necesidades físicas y las de la familia.
• Provee recursos para que podamos ofrendar
• Mantiene la mente y las manos ocupadas, limitando así las horas muertas que tienden hacia el vicio y el pecado (y el aburrimiento).
• Desarrolla el carácter, se tiene la oportunidad de aprender responsabilidad, gratitud, obediencia, atención, diligencia, justicia, sacrificio.
• Desarrolla las capacidades mentales, físicas y los talentos.
• Prepara para tareas más amplias o difíciles que Dios tiene para nosotras.
• Acerca a Dios al ver que el trabajo en sí no llena, que necesitamos sus fuerzas ante retos específicos, que Él finalmente es quien provee para las necesidades
• Suple un medio para aportar a la sociedad y servir a otros.
• Abre la esfera de influencia y testimonio.

Entender tanto el origen del trabajo como sus propósitos y beneficios es el primer paso hacia una actitud cristiana. Tu trabajo tiene propósito, porque como cristiana has regresado al diseño original de Dios, que seas colaboradora suya.

Cuando decimos que el trabajo ya no es algo vacío, es porque el trabajo con Dios no se limita tan solo a ministerios de la iglesia. Este segundo concepto surge de una categorización de la vida en "secular" y "sagrado". Bajo el concepto de colaboradora de Dios (Col. 3:23, 24) nuestra actitud cambia radicalmente dado que nuestro trabajo es más: Es para Dios.

El trabajo que se realiza con una actitud incorrecta nos deja vacíos, el que se acepta como un designio de Dios puede verse como un regalo.

Examinemos qué esperamos de nuestros propios esfuerzos. Dios nos da habilidades y oportunidades para que podamos hacer buen uso del tiempo.

Por ello consideremos algunas formas en que podamos aprovechar bien el tiempo para disfrutar de nuestra vida familiar:

• Preparar un plan semanal con metas para cada día.
• Ordenar por prioridades. (Ef. 5:15-16)
• Incluir tiempo específico para el devocional.
• Aceptar actividades similares.
• Asignar días específicos para ciertas actividades.
• Dividir tareas mayores en partes menores.
• Tiempo para descanso o distracción.
• Enseñar a nuestros hijos a ser organizados y cumplir con sus responsabilidades.

Volvamos a Proverbios 31:13-27, allí se destacan cualidades como: Trabajo arduo, temor a Dios, respeto por su cónyuge, previsión, aliento, interés por los demás, preocupación por el pobre y sabiduría en el manejo del dinero, que cuando se acoplan al temor de Dios llevan gozo, éxito, honor y dignidad.

¿Cuál es el resultado del trabajo de una mujer que teme a Dios? Proverbios 31:27 al 31 nos dice que sus hijos, su marido y sus hechos ¡La alaban!.

En conclusión no debemos ver nuestro trabajo como un dios, ni como un disgusto. Al entender que Dios lo ha creado y que aporta beneficios a nuestra vida y a nuestro mundo, podemos vernos como lo que somos: COLABORADORAS DE DIOS QUE GLORIFICAN SU NOMBRE.